Siempre me han gustado los torneos nacionales de eliminación directa, o sea, aquellos en donde vas y te enfrentas a un equipo y sabes que puedes quedar eliminado en el primer partido o, con un poco de suerte, llegar al siguiente y asi sucesivamente hasta ganar el campeonato.
En este tipo de torneos siempre ponen a los equipos más poderosos contra los más débiles o son decididos por sorteo, esto hace el reto más interesante, pues en cualquier momento se puede dar una situación digna de David contra Goliat…
El mes pasado mi esposa y yo estuvimos viendo el March Madness, el torneo universitario de basketball de los Estados Unidos y si bien, la final fue anticlimática, los partidos que la precedieron fueron emocionantes, con equipos que dieron sorpresa tras sorpresa como Oral Roberts, como Loyola y, mas que ellos, UCLA que había empezado en la ronda preliminar y se quedó a tres segundos de llegar a la final nacional si no fue porque un espectacular tiro de tres de un jugador de Gonzaga los dejó fuera.
En términos de fútbol soccer mi torneo favorito ha sido la Copa FA, me divierten las rondas donde entran los equipos de la Premier League y ver como los equipos de las divisiones inferiores dan su mejor esfuerzo para tratar de derrotar a alguno de ellos, a veces los más malitos terminan eliminados por equipos de la segunda, tercera o cuarta división y entonces les doy seguimiento a esos equipos, no vaya a ser que de pronto saquen a un Leicester, a un Chelsea o a mi Manchester United…
…y entonces ayer leo la triste historia que podría matar estas competencias…
Un grupo de clubes europeos que incluyen al Manchester United, cuyo dueño, Joe Glazer, es también dueño de los Tampa Bay Buccaneers de la NFL, han decidido abandonar las competencias europeas y crear su propia liga.
En el papel luce como la liga de ensueño donde los mejores equipos europeos jugarán partidos entre ellos para definir quien es el mejor.
En la práctica es una liga oligárquica en la que deciden abandonar la competencia justa con otros clubes pequeños a cambio de ganar unos euros más, de abandonar a la afición que los ha seguido en ligas locales y europeas a cambio de entregarse a una afición de élite y a un turismo extranjero que pagará costosos boletos por ver estos partidos, excluyendo a los verdaderos aficionados, a aquellos que sufren para comprar los jerseys caros que hay en las tiendas, a aquellos que ahora tendrán que ahorrar más dinero para hacer realidad su sueño de ver 90 minutos de su equipo en su propio estadio.
De esa bola de magnates que han hecho de los estadios de futbol auténticas catedrales y sitios de peregrinaje para miles de personas de todo el mundo, olvidándose de la afición que los hizo grandes.
De esos magnates que convertirán a los equipos de fútbol en simples atracciones turísticas VIP, que ya no jugarán por el afán de buscar al mejor equipo del mundo sino por el afán de engordar sus bolsillos.
De que el aficionado tenga la misma sensación que tuve al visitar el United Center, el estadio donde Michael Jordan y los Chicago Bulls ganaron sus últimos tres campeonatos, y salir decepcionado de ver que los aficionados, mas que gente de la ciudad, eran turistas, que, como yo, en ese momento, no esperaban ver que los Bulls vencieran a los Raptors, sino solamente tomarse fotos frente a la estatua de Michael, comprar souvenirs, entrar al estadio, vivir la experiencia de oir Sirius y ver como entraran los jugadores que iban derechito a perderlo ante los que serían los campeones de la NBA ese año.
Yo no quiero ir a Old Trafford como un turista que solo quiere vivir la experiencia de ver jugar a un Manchester United movido por el dinero y que ya no le importa ganar o perder frente al rival en cuestión, porque el dinero ya esta ganado. Que solo va al estadio a tomarse la foto y compartirla en las redes sociales, que pose frente a la estatua de la «Santisima Trinidad» (Charlton-Law-Best) y no sepan que ellos fueron los que le dieron significado al club. Que se sienten en la grada Fergusson y no sepan que fue el hombre que hizo al equipo más poderoso de Inglaterra. Que vean a gente vestida con el jersey del City y… solo los vean como otros riquillos más. Eso no es futbol, es puro negocio.
Y si Glazer quiere hacer del Manchester United otro Tampa Bay Buccanners y ganar una liga al City echando bolsas de dinero en lugar de hacer un equipo competitivo que realmente le pueda ganar al City una Liga Premier (con equipos chiquitos y todo), yo entonces mejor me bajo del barco.
El futbol competitivo está en agonía y lo que llaman los directivos de la SuperLiga al futbol ahora es solo un negocio no un deporte. Bienvenido el futbol financiero.
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